Por: Milciades Ventura Lembert
Abogado, escritor, gestor cultural.
El desarrollo de una nación no puede limitarse únicamente a criterios económicos o tecnológicos; también es necesario considerar los niveles de educación y riqueza cultural. La Constitución Dominicana, en su visión integral del bienestar nacional, reconoce en sus artículos fundamentales el papel esencial de la cultura en la vida de las personas y en el progreso del país.
En los últimos años, el estado dominicano ha dado pasos significativos en el reconocimiento y promoción de los derechos fundamentales, esencialmente en lo que respecta al acceso a la educación y la cultura, por medio a la implementación de políticas públicas orientadas a la inclusión y a la calidad educativa; se han realizado esfuerzos para garantizar que la educación no solo sea un derecho accesible, sino también un espacio para la promoción de la cultura.
El Artículo 63 de la Constitución establece que “toda persona tiene derecho a una educación integral, de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones”. Pero este derecho no se limita al acceso a la enseñanza formal, sino que también contempla el desarrollo del potencial creativo de cada individuo y su acceso a los bienes y valores culturales. La educación debe servir como un canal para la construcción de identidad y la formación de ciudadanos críticos y comprometidos con la sociedad.
En este contexto, el Ministerio de Educación ha asumido un rol protagónico en la promoción de la cultura dentro del sistema educativo. Uno de los proyectos más emblemáticos en este orden es el Macro Plan Dominicana Lee, una estrategia nacional diseñada para fomentar la lectura en los primeros tres niveles de la educación. Su objetivo no solo es mejorar los índices de comprensión lectora, sino también acercar a los estudiantes a la literatura como una forma de desarrollo personal y colectivo.
Este plan ha dado lugar a la creación de los Puntos de Lectura, espacios especialmente diseñados para promover el hábito de la lectura en los centros educativos que no cuentan con bibliotecas. A través de estos puntos, se facilita el préstamo, intercambio y donación de libros, permitiendo que el libro circule y más niños, adolescentes y jóvenes accedan a la lectura en diversos títulos y géneros. Esta iniciativa ha demostrado ser una herramienta clave para democratizar el acceso a la cultura y reducir las brechas educativas.
Complementando estas acciones, se han implementado talleres de escritura creativa y encuentros con escritores en las aulas, permitiendo que los estudiantes los entrevisten y puedan tener las orientaciones necesarias para realizar sus propias creaciones literarias. También se han desarrollado lecturas en los vagones del Metro de Santo Domingo, maratones de lectura en las aulas y festivales culturales como Enamórate de la Lectura y el Carnaval Escolar, eventos en los que la literatura, la música y la tradición se mezclan para fortalecer la identidad cultural en el ámbito escolar.
Además de fortalecer la lectura, se han realizado esfuerzos orientados a la promoción de la identidad cultural y el patrimonio nacional a través de la implementación de diversas estrategias para garantizar el respeto por los símbolos patrios, la historia nacional y el reconocimiento de los monumentos históricos, con el propósito de fortalecer el sentido de pertenencia en las nuevas generaciones.
Una de las iniciativas que también ha destacado, es La Ruta del Arte, un proyecto que busca potenciar el talento estudiantil en diversas disciplinas artísticas como la música, la danza, el teatro y la pintura. A través de la misma, se le permite a los estudiantes acceder a espacios desde los cuales pueden dar a conocer su creatividad y desarrollar habilidades artísticas.
El reconocimiento de los derechos culturales dentro del marco legal dominicano se encuentra en el Artículo 64 de la Constitución, y establece que “toda persona tiene derecho a participar y actuar con libertad y sin censura en la vida cultural de la Nación, al pleno acceso y disfrute de los bienes y servicios culturales, de los avances científicos y de la producción artística y literaria”. Asimismo, el Estado tiene la responsabilidad de establecer políticas que fomenten las manifestaciones culturales y artísticas, tanto a nivel nacional como internacional. De igual forma, la Constitución establece que el patrimonio cultural de la nación, tanto material como inmaterial, debe ser protegido y promovido por el Estado.
A pesar de los visibles avances alcanzados en la integración de la cultura en la educación, no quiere decir que todo está hecho, aún quedan desafíos por superar. Es fundamental seguir ampliando la oferta de programas culturales en las escuelas, continuar insertando gestores culturales al sistema y garantizar la formación de docentes en el área cultural, asimismo la edificación de bibliotecas en los planteles educativos que carecen de la misma, entre otras acciones de importancia a las que hace un llamado nuestra constitución.
El camino hacia una educación más integrada con la cultura es largo, pero con los esfuerzos actuales, la República Dominicana está avanzando con compromiso y esperanza hacia una sociedad más culta, creativa y consciente de su identidad.

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