Rosalía: El secreto de un exito cocinado a fuego lento.

By Carlos Hernandez 
@CAHG_26

En el momento de hacer esta entrevista, que se desarrolla en diferentes escenarios, el planeta todaviìa no se ha detenido, aunque las cosas empiezan a ponerse raras. Al llegar a su habitacioìn del hotel The West Hollywood Edition, en Los Aìngeles, encuentro a Rosaliìa (Barcelona, 1993) trabajando en su primera balada mientras la peinan. Las instrucciones que le lanza al teìcnico de sonido son tan precisas como el feedback que le da alestilista: hay una pausa que necesita un ritmo maìs largo, le dice al primero; los caracolillos del pelo deberiìan ser un poco maìs grandes, le plantea al segundo.

La crisis del Covid-19 la ha obligado a suspender su viaje de regreso a EspanÞa, pero no parece dispuesta a aflojar el ritmo: «¡Me monto el estudio donde sea!», escribe en su cuenta de Twitter. El tema que estaì terminando de gestar, Dolerme, habla de una relacioìn fallida. Como me cuenta la maìnager de la artista, Rebeca Leoìn, el plan original era publicar otro sencillo, aunque, vistas las circunstancias, Rosaliìa decidioì cambiar de rumbo. «Me ensenÞoì Dolerme la semana pasada y lo cierto es que, al escucharla, rompiì a llorar admite Leoìn. Es muy emotiva, desencadena una reaccioìn poderosa. La muìsica, al fin y al cabo, resulta sanadora, tiene ese increiìble poder».

Si alguien piensa que la catalana es un fenoìmeno surgido de la nada, se equivoca. Ademaìs de pasioìn, posee seriedad, disciplina y una ampliìsima formacioìn. Y fuerza, claro. De hecho, desprende tanta que a su lado tomas conciencia de la ligereza con la que suele utilizarse esa palabra.

Abandonamos el hotel y ponemos rumbo a un estudio de grabacioìn de verdad en Hollywood. De camino, en el asiento trasero de un SUV, admiro de cerca las famosas unÞas de la cantante; son largas y puntiagudas, con trocitos de piezas aparentemente vintage incrustadas en el gel, como si fuesen foìsiles conservados en aìmbar. Cuando llegamos a nuestro destino, desaparece entre bastidores para entregarse a su impresionante calentamiento vocal. Al cabo de un rato, se presenta con una camiseta oversize estampada y unas enormes botas de plataforma que le llegan hasta el muslo; se sienta en un taburete, graba varias tomas de su nueva cancioìn y comienza a repartir indicaciones. Sin embargo, no se expresa con maneras de diva. Al contrario: la amabilidad con la que trata a los miembros de su equipo, a los conductores, a los camareros y a los numerosos fans que la interrumpen durante nuestra jornada juntas es sincera.

El pasado mes de enero, Rosaliìa interpretoì dos temas sobre el escenario de la 62a edicioìn de los premios Grammy. «Aquello fue... Guau... –me confiesa por la calle, despueìs de aceptar un selfie con dos mujeres que han estado observaìndonos mientras comiìamos sushi–. Demasiado para miì. Desde pequenÞa he visto pasar por ese escenario a los artistas que maìs admiro, ¿sabes?, y, de golpe, resulta que puedo cantar alliì flamenco y bailar un pedacito de seguiriya... Te juro que me sentiì tan agradecida, tan arropada... Incluso lloraba en el coche antes de los ensayos. No era capaz de creerme lo que me estaba pasando». Pero ¿cuaìl es el origen de uno de los fenoìmenos maìs impactantes de la historia de la muìsica en espanÞol?

La culpa es, en parte, de sus padres, Joseì Manuel Vila y Pilar Tobella. Ambos criaron a sus dos hijas (Pili,la mayor, y Rosaliìa) en San Esteban de Sasroviras, una localidad industrial a unos 40 kiloìmetros de Barcelona donde trabajaban en un negocio dedicado a la fabricacioìn de placas metaìlicas. Era frecuente observar a las ninÞas corriendo de acaì para allaì con sus nueve primas, de excursioìn por el monte, bailando, inventando historias y en los conciertos de los grupos que actuaban en las ferias. Pilar y Joseì Manuel siempre animaron a las pequenÞas a ser curiosas y creativas y,muy temprano, les inculcaron el amor por la muìsica.Se ha vuelto famosa una aneìcdota sobre la tarde en la que el padre le pidioì a la menor del clan que cantara en una reunioìn familiar. Cuando Rosaliìa abrioì los ojos despueìs de su actuacioìn, comproboì que los adultos se habiìan echado a llorar. Teniìa 7 anÞos. A los 9 comenzoì a tocar la guitarra y a leer solfeo de acuerdo con un meìtodo que se aplica para ensenÞar habilidades auditivas y de entonacioìn. Al cumplir los 10, ya estaba convencida de su vocacioìn. «Queriìa seguir estudiando y aprendiendo –sintetiza–. Queriìa cantar». La muìsica la llevaba a conectar consigo misma, le proporcionaba calma y,a la vez, estiìmulo. Era una experiencia espiritual.

El flamenco entroì en la vida de Rosaliìa por la viìa de sus companÞeros de clase y de sus amigos, muchos de ellos, descendientes de emigrantes andaluces llegados a San Esteban de Sasroviras para desempenÞarse en las factoriìas del municipio. «Hasta los 13 no habiìa escuchado ni una nota», concede con humildad. Pero, el diìa que lo hizo, el estilo que

acababa de descubrir arraigoì en su imaginacioìn como ninguìn otro, igual que un flechazo instantaìneo. «Porque es la muìsica maìs sincera y honesta, la maìs intensa y visceral». Entonces, apostoì por lanzarse a estudiar cante y piano, instrumento con el que actualmente compone. Por fin, a los 19, consiguioì que la admitiesen en la Escuela Superior de Muìsica de CatalunÞa, donde se puso en manos del profesor Joseì Miguel Vizcaya, conocido como Chiqui de la Liìnea, un maestro legendario que soìlo acepta a un estudiante por anÞo.

Sin contactos en la industria, la joven alumna empezoì a mostrar su inabarcable talento en bares y en bodas. Hoy es un referente. Eso siì, no cree haber alcanzado el eìxito demasiado raìpido. «Nunca sentiì prisa por editar mi primer disco. Hasta que vi claro coìmo lo queriìa, no lo grabeì». De hecho, siendo una adolescente, un maìnager que representaba a una figura relevante del mundillo le propuso un proyecto que sonaba muy pop. «Para miì fue como:“No, asiì no va a ser mi trabajo de debut”». Rechazoì la oferta y siguioì alimentando su hambre de conocimiento. Con un objetivo que continuìa vigente en su conciencia: «Que cada disco sea diferente, que esteì vivo».

Rosaliìa considera que lo que realmente marca la diferencia en la tarea del artista es saber cuaìl es el camino. Desde que emprendioì su formacioìn acadeìmica (y tras una operacioìn en las cuerdas vocales a los 16), se ha entregado en cuerpo y alma a su oficio. «La gente puede pensar: “Queì vida tan jijiì jajaì”.Pero resulta justo al contrario: me paso diìas enteros pican-do piedra en el estudio. Todo se basa en la disciplina, en repetirse: “¿Cuaìnto te importa tu visioìn de las cosas? ¿Y cuaìnto te importa serle fiel a esa visioìn?”».

Auìn en la universidad, en febrero de 2017 estrenoì de forma independiente su primer aìlbum, Los aìngeles. Ese verano actuoì en Madrid en un festival de flamenco ante unas 50 personas,entre las que se encontraba el cantante y muìsico colombiano Juanes, cuya representante era la actual maìnager dela catalana. «Juanes no es una persona teatrera ni exagerada –recuerda Rebeca Leoìn–. Sin embargo, despueìs de oiìr-la en directo, me dijo: “He llorado; probablemente sea la artista maìs grande que va a verse en los proìximos 50 anÞos”

Y repetiìa: “Es uìnica, esta chica cambiaraì la muìsica”». Unos meses despueìs, en diciembre, Juanes invitoì a Rosaliìa a participar en un duìo con eìl en un concierto en el WiZink Center, en Madrid. Leoìn cuenta que se quedoì impresionada cuando la joven artista sugirioì interpretar un tango: «Penseì que era muy valiente. No mucha gente se habriìa atrevido con una pieza asiì». Pero el impacto fue auìn mayor cuando la observoì metida en faena: «Pareciìa una jefa. Me llamoì la atencioìn la manera que teniìa de mover las cosas sobre el escenario, el modo en el que se dirigiìa al tiìo que habiìa en el control para explicarle coìmo queriìa el microìfono tipo diadema que pensaba usar. No podiìa creerme el poder que desprendiìa esa mujer, era de locos. Me dejoì KO». Unas semanas maìs tarde, Re-beca firmoì un contrato con ella.

El segundo largo de Rosaliìa, bautizado como El mal querer y publicado en noviembre de 2018, arrancoì como el proyecto de su trabajo de fin de carrera. La idea consistiìa en hacer un disco conceptual en torno a una relacioìn toìxica: «Una de esas relaciones que sabes que saldraìn mal pero que, pese a todo, intentas mantener a flote. Queriìa investigar sobre la posesioìn, los celos y el amor desde una perspectiva oscura». Produjo el aìlbum alalimoìn con Pablo Diìaz-Reixa, maìs conocido como el Guincho, en la casa de eìl: un diminuto apartamento en un quinto sin ascensor del barrio barceloneìs del Born. «Lo grabamos con una tarjeta de sonido, un micro, dos ordenadores y un teclado Midi. Soìlo Pablo y yo». Esa visioìn tan personal, tan de autor, se extiende a sus videoclips. Cada uno de ellos es una compleja hazanÞa teìcnica y narrativa salpicada de referencias culturales y aclamada por el puìblico y la prensa especializada.

En el de Malamente, por ejemplo, conduce una moto y se pone en la piel de un toro que lucha contra su amante torero. El de Aute Cuture estaì ambientado en un saloìn de unÞas: Rosaliìa interpreta a la liìder de una beauty gang que controla la ciudada traveìs del nail art, otra de sus pasiones: «Siempre me ha gustado. Me hago las unÞas constantemente, y recurro a especialistas de distintos rincones del mundo. Cuando viajo, aprovecho para conocer los estilos de otros paiìses. El resultado es efiìmero y pequenÞo, pero es arte».

Dos de sus sencillos, Malamente y Pienso en tu miraì, se convirtieron en eìxitos mundiales nada maìs llegar al mercado, y entre sus fans se cuentan Frank Ocean, Dua Lipa, Billie Eilish y las Kardashian. Una de las razones por las que Rosaliìa es uìnica en su especie es que ha conquistado el firmamento a escala global desde la lealtad a sus raiìces. El anÞo pasado, en el diario El Paiìs, el periodista Guillermo Alonso senÞaloì que la cantante destaca entre otros colegas espanÞoles que tambieìn han alcanzado la fama internacional porque ella lo ha logrado «utilizando EspanÞa como signo de identidad». «No canta en ingleìs,no tira de productores suecos, no ha tenido que colaborar con figuras britaìnicas o estadounidenses y no se ha ido a vivir a Miami, escribió el reportero.Precisamente por eso choca tanto la controversia que la rodea. Algunos la acusan de haberse apropiado del flamenco y de la tradicioìn y la imagineriìa del sur de su paiìs. «¿Por queì Rosaliìa, que hablando es una pija, cuando canta usa palabras en caloì y las pronuncia como una andaluza?», se preguntaba en Twitter la activista gitana Noelia Corteìs. Y se respondiìa: «Si no creyera estar robando nada, pronunciariìa con su acento natural, no se disfrazariìa de algo que en su habla no es ni por asomo normal».

Rosaliìa le extranÞoì aquella polvareda, sobre todo si recordamos las caracteriìsticas del entorno donde crecioì: «La inmigracioìn siempre ha llevado a CatalunÞa la cultura andaluza y el flamenco –afirma–. Pero es que eso es asiì, es un hecho». Tampoco hay que olvidar

que las influencias tempranas de la mujer que ha popularizado el tra, tra van mucho maìs allaì del cante. Frank Sinatra, Bob Marley, Bob Dylan y David Bowie forman parte de su mapa creativo. «Es bonito y enriquecedor que,en un mundo globalizado, nos involucremos en muchas culturas diferentes y no soìlo en la que hay a nuestro alrededor». Sin embargo, esa no ha sido la uìnica criìtica que ha recibido. Cuando su single Con altura ganoì el premio al mejor clip de muìsica latina en los MTV Video Music Awards de 2019, algunos dudaron de que, al ser espanÞola, tuviese derecho a su candidatura. Y, despueìs del lanzamiento de MillonaÌria, se la acusoì de haber espanÞolizado palabras que no existen en catalaìn, la lengua que emplea en esa cancioìn. Rebeca Leoìn sostiene que la controversia es una senÞal de que algo estaì funcionando: «La gente no se siente coìmoda con lo que ella hace porque estaì cambiando las cosas. Hoy en diìa, un ninÞo puede estar en su habitacioìn en la India oyendo a Justin Timberlake, asiì que seriìa loìgico plantearse que Timberlake es una influencia para eìl, pues es lo que suena en su dormitorio mientras crece. Lo que escuchas no tiene que pertenecer necesariamente a tu cultura». Rosaliìa cree que lo importante es que la muìsica salga del corazoìn: «Estudieì el flamenco por el amor que le teniìa, e intento hacer mi trabajo desde una posicioìn de respeto hacia una tradicioìn que amo profundamente». Por eso no permite que los ataques le afecten. Si piensa en doìnde estaì hoy, soìlo se le viene una palabra a la cabeza: «Mindblowing». Alucinante.

Ha pasado menos de un anÞo desde que se topoì por primera vez con los paparazzia la puerta de su estudio de grabacioìn y no da creìdito cuando repasa la lista de celebs que se declaran sus incondicionales. «¡No seì! ¡Hay gente que pertenece a la cultura popular del mundo entero! David Byrne vino a un concierto miìo en Nueva York, por ejemplo. Y Caetano Veloso. Y Frank Ocean. ¡Casi me da un infarto!». Recuerda que, cuatro anÞos antes de esa actuacioìn, publicoì el primer viìdeo de su canal de YouTube: «Soy yo cantando la uìnica cover que he hecho en mi vida: Thinkin Bout You...¡De Frank Ocean! ¡Dios miìo!». Auìn se sorprende. Por todo en general.El genio de la electroìnica James Blake resalta de la catalana su sentido eìtico del esfuerzo como la clave de su eìxito. Colaboraron en el tema Barefoot In The Park. «Le di la premisa de la melodiìa y ella hizo lo que mejor se le da –subraya Blake–.Estaba super concentrada y, al mismo tiempo, demostraba su creatividad y su musicalidad». Leoìn opina que las cosas han salido asiì porque estaba preparada para cuando llegase su momento. «Es como Batman en el templo de Butaìn –compara, en alusioìn al lugar en el que Batman se encuentra a siì mismo en la peliìcula Batman Begins–: entra como Bruce Wayne a aprender de los maestros y sale convertido en Batman. Esa es Rosaliìa. Estudioì flamenco con su maestro, Chiqui. No habiìa fiestas ni novios; estudiaba flamenco y trabajaba duro. Por eso estaba preparada. Maìs que cualquier artista que yo haya visto jamaìs». Rosaliìa sabe que no puede controlar coìmo se acogen sus propuestas. «Con la muìsica, nunca puedes prever queì va a ocurrir –admite con humildad–. No depende de ti. Pero, si la haces desde el corazoìn y la verdad, el puìblico lo notaraì».

Fuente: msn,© GROSSMAN ZOEY para ELLE USA.

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