Jimmy Kimmel promete unos Óscar muy politizados.

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By Carlos Hernandez 
@CAHG_26

Además de una oportunidad perfecta para rescatar el glamour del Hollywood dorado, tradicionalmente las entregas de galardones también han sido el escenario predilecto de las celebridades para sacar a relucir su lado más reivindicativo. Pese a ello, esta actual temporada de premios, que llegará a su fin el domingo con la ceremonia de los Óscar, se ha destacado entre todas las demás como una de las pocas ocasiones en que la industria se ha puesto de acuerdo para denunciar y condenar con una sola voz los casos de abusos y acosos sexuales que no han dejado de salir a la luz en los últimos meses, desde que el caso Weinstein abriera la veda que ha visto caer a algunas de las figuras más poderosa del séptimo arte.

Siguiendo esa misma línea, se espera que los premios de la Academia de Cine dejen también un sinfín de gestos de protesta tanto sobre la alfombra roja -las estrellas ya acudieron vestidas de negro a los Globos de Oro y los Bafta en solidaridad con las víctimas- como en los discursos de agradecimiento sobre el escenario, algo que no todos ven con buenos ojos. Ahí es cuando entra en juego el eterno debate de si un negocio dedicado casi en su exclusividad a entretener al público, y compuesto en gran parte por hombres blancos, de mediana edad y adinerados, tiene el derecho o la autoridad moral para criticar y dar lecciones sobre igualdad, feminismo o políticas sociales.

Este detalle no se le escapa a Jimmy Kimmel, el encargado de conducir la ceremonia este próximo fin de semana, pese a lo cual su opinión en este delicado asunto es bastante diferente.

"Mucha gente apoya la idea de que las personas que formamos parte de la farándula no deberíamos hablar de política. Y aun así... eligieron a Donald Trump como presidente de los Estados Unidos", ha arrancado el presentador durante una entrevista a ABC News, haciendo referencia al pasado televisivo del actual comandante en jefe del país para justificar su postura.
Sobra decir, por tanto, que Kimmel tiene previsto lanzar a lo largo de la velada varias pullas y bromas acerca de la postura de la administración estadounidense en lo relativo a la sanidad universal o el control de armas, al igual que ha venido haciendo a lo largo de los últimos meses en los monólogos de su late-show después de que su hijo Billy tuviera que someterse a una operación de corazón -que otros padres sin la cobertura que ofrece su seguro médico quizá no hubieran podido costear- o tras el trágico tiroteo ocurrido hace semanas en una escuela de Parkland, Florida.

"Sigue siendo un espectáculo humorístico y tengo que ser divertido y entretener a la audiencia, pero también creo que hemos madurado lo suficiente... Hasta el punto de que podemos aceptar que incluso los presentadores de late-nights hablen de temas serios. Yo considero que actualmente es casi una obligación que lo hagamos", apunta.

Fuente.msn.

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