Pabellón Juvenil en la Feria Internacional del Libro: una conquista perdida que debemos recobrar.

Por: Milciades Ventura Lembert
Escritor, abogado, gestor cultural.


En el contexto cultural de la República Dominicana, indiscutiblemente la Feria Internacional del Libro constituye uno de los eventos más emblemáticos y esperados del año. Esta feria, que organiza el Ministerio de Cultura, es una celebración de las letras nacionales y universales, e históricamente ha sido una pieza clave en el esfuerzo por el fomento de la lectura, el desarrollo del pensamiento crítico a través del intercambio de ideas, la puesta en circulación de nuevos textos, la interacción cultural y el encuentro entre autores y lectores.

Sin embargo, una de las iniciativas más prometedoras y necesarias que alguna vez tuvo la Feria Internacional del Libro “El Pabellón Juvenil”, ha desaparecido en años recientes, dejando un vacío que se empieza a notar y que urge llenar en la próxima edición de este
macroevento.

Reincorporar el Pabellón Juvenil a la celebración cultural del libro y la lectura no es solo un tema simbólico o de cuota, sino una necesidad estratégica para enfrentar una de las crisis más profundas del sistema educativo y cultural del país: la desvinculación de los jóvenes del libro y la lectura. No es un secreto que vivimos en una época en la que el consumo de entretenimiento desechable ha ganado terreno en la vida de las nuevas generaciones, sustituyendo con este hábito, el de la lectura; volver a acercar a los jóvenes a los libros debe convertirse en una prioridad nacional.

El Pabellón Juvenil debe resurgir como un espacio dinámico, interactivo e inclusivo, que se adapte a sus intereses, obviamente sin dejar de lado la naturaleza formativa. Se debe apostar a una agenda de actividades que incluya: talleres de creación literaria; charlas motivacionales para la generación del hábito de la lectura; presentaciones de libros escritos por jóvenes; concursos de cuentos y poesía; realización de libros artesanales y digitales; debates sobre temas actuales desde una mirada literaria, así como la participación de los clubes literarios; estas actividades pueden constituir la base de una programación diversa y transformadora, sin olvidarnos de incluir en cada uno de estos procesos la tecnología y sus recursos, para visibilizar estas experiencias.

La apertura de espacios abiertos para que jóvenes escritores y lectores interactúen, es una forma de construir referentes positivos. Escuchar a pares que han encontrado en la literatura una forma de expresión, entretenimiento productivo y crecimiento personal, puede motivar a otros a desarrollar interés por la lectura o incluso asumir una vocación literaria.

Los beneficios de esta apuesta por mantener un espacio especialmente para los jóvenes en la Feria Internacional del Libro, son múltiples, podríamos contribuir al desarrollo de competencias diversas, como elevar sus niveles de criticidad, la ampliación del vocabulario, la mejora en la comprensión lectora y la creatividad literaria, logrando así impulsar una nueva generación de lectores y escritores, fundamentales para el futuro del ecosistema literario dominicano.

Debemos admitir que los indicadores de lectura en nuestro país siguen siendo bajos, especialmente entre adolescentes y jóvenes. A pesar de los constantes esfuerzos desde el gobierno y organizaciones de la sociedad civil por cambiar estas estadísticas, que de hecho se han logrado mejorar de manera significativa, aún hay mucho camino por recorrer, por lo que renunciar al Pabellón Juvenil, es renunciar a una oportunidad invaluable de sembrar lectura donde más se necesita.

Volver a levantar el Pabellón Juvenil en la Feria Internacional del Libro, es una conquista que debemos recobrar; porque sin jóvenes lectores, no hay futuro para el libro, ni relevo para los actuales intelectuales y gestores culturales de calidad, de nuestro país.

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