Viviendo
aprendí que nacemos para morir, pero que en el medio de la vida y la muerte hay
páginas en blanco que esperan a que escribamos nuestra historia y que cada
persona es un personaje importante en nuestra novela.
Viviendo
aprendí que la vida está llena de hipócritas y personas rebosadas de envidia
que siempre tendrán cosas negativas para hablar de nosotros, con nosotros y
para nosotros, pero salvo a esto debemos continuar con fe, porque no importa
que el pueblo entero este contra nosotros si hacemos encarnamos los principios
y valores de nuestro Sr. Jesús.
Viviendo
aprendí que no cuente con las promesas pero que si debo cumplir las mías,
porque en la vida encontramos personas que nos llenan de ilusiones y mentiras,
ya Dios se las arreglara con ellos (as).
Viviendo
aprendí a soñar y a vivir mis sueños, que aunque la mayoría no cumple sus
sueños yo no tengo que pertenecer a la mayoría ni tengo que ser uno más del
montón, puedo marcar la diferencia con humildad, sencillez, honradez y entereza.
Viviendo
aprendí que los valores y los sentimientos no tienen precio, con dinero podre
comprar todo el placer del mundo pero jamás un corazón, por mas grande que sea
mi casa nunca comprare un hogar, por más hijos y esposas que tenga no podre comprar
una familia y por más dinero que invierta en salud no podre escapármele a la
muerte.
Viviendo
aprendí a amar la naturaleza, aprendí que cada árbol tiene su función, cada
gota de agua en el océano tiene su roll, cada ave del cielo ocupa un lugar,
aprendí que el agua vale más que el oro y que los humanos hemos tardado cientos
de años en darnos cuenta, aprendí que no hay comida más saludable que nace de
los árboles y que oxigeno es mi mejor amigo.
Viviendo
aprendí que la vida es una continua competencia, solo los débiles se rinden,
solo los indecisos toman descanso y solo los ganadores ganan, pero aun mas
importante aprendí que yo soy mi mas fuerte competencia, aprendí que cuando
venza los temores que viven en mi creceré, aprendí que yo formo parte de un
colectivo el cual espera recibir de mi, pero para poder dar tengo que tener.
Viviendo
aprendí que si hay un Dios, pues no importa cuántas religiones existan, cuantas
versiones de la vida exista. En el cosmos, en el espacio, en el alma, y por
supuesto en nuestros corazones vive un sentimiento que solo se llena con un
amor superior, pero un amor bondadoso, sincero, democrático y celestial, que
nos da esa sensación de nunca estar solos, sino siempre bien acompañados.
Viviendo
aprendí a vivir el tiempo, comprendí que mientras más acelero los procesos, me
robo más tiempo, y mientras más tiempo robo menos tiempo me quedara, cada cosa
tiene su momento y ese Dios bondadoso sabe en qué momento corresponde cada
cosa, todos sabemos que el último momento es la muerte y si aceleramos todos
hay llegaremos.
Viviendo
aprendí tantas cosas, pero lo más importante que aprendí es que nunca podemos
perder las esperanzas, los sueños y la fe. Aprendí que vivir no tiene objetivo,
tú debes darle el objetivo al vivir, y es que nuestro Dios es tan bueno,
generoso y democrático que nos trae a la vida sin objetivo y deja que escojamos
el camino que consideremos conveniente para cada uno de nosotros, sino el mundo
fuese perfecto. No importa lo pequeño o grande que sean tus acciones, cada
escalón cuenta para poder llegar hasta la cima del éxito.

0 Comentarios