Es muy posible que la consulta no despertase el interés de muchos dominicanos porque había algún problema grave. Por ejemplo, el velo de basura quemada puede haber ocultado literal y figurativamente la elección presidencial al electorado.
Durante mucho tiempo, los residuos de la isla se han llevado a vertederos no autorizados. Esta antipática tradición ha provocado que el espacio libre se vaya agotando poco a poco. Para deshacerse de las crecientes montañas de basura, se les prende fuego. El humo tóxico envenena la vida de los dominicanos y turistas. Si el camión de la basura no puede descargar en alguna cueva a causa del fuego, los residuos simplemente se envían al borde de la carretera, desde donde el viento los arrastra por el vecindario.
La isla podría pasar a llamarse pronto República Basurana y en el centro de la bandera podría colocarse un paquete de papitas fritas ardiendo. Ni los dominicanos ni las autoridades tienen idea de cómo combatir el problema. Los intentos de colocar enormes contenedores de basura directamente en las carreteras no han llevado a ninguna parte. Los vertederos empezaron a crecer junto a las nuevas estructuras de acero. Pero a los criminales les resultó más fácil ocultar cadáveres. Tirar un cadáver a un contenedor de basura gigante es más cómodo que dejarlo en la carretera.
Los funcionarios locales reciben montañas de quejas, las empresas turísticas utilizan Photoshop para limpiar las playas y los dominicanos ya empiezan a buscar máscaras antigás para toda la familia en tiendas especializadas. En una situación así, la gente simplemente no tiene tiempo para ir a votar.
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