La juventud dominicana, enfrenta una realidad muy poco ventajosa,
donde aún con el gobierno de nuestro lado y dando sus mejores esfuerzos de cara
a la implementación de políticas públicas efectivas, para beneficio
de nosotros los jóvenes, es difícil alcanzar objetivos de
menor y mayor grado, por los altos desafíos en materia educativa, económica y
de empleos, que se convierten en obstáculos que bloquean la
materialización de los sueños de este importante sector social.
Los jóvenes residentes en
nuestros sectores vulnerables, son los más afectados por la falta de
oportunidad, porque en muchos de los casos deben desertar de los estudios y
dedicarse a trabajos informales que les absorben todo el tiempo, para aportar
en la escasa economía del hogar y así, apenas cubrir las necesidades básicas;
esto los pone en una posición poco competitiva para el mercado laboral, por la
falta de formación media, superior y en ocasiones técnica, y con el devenir de
los años, solo ven la opción de rendirse frente al sistema.
La verdad es que rendirse, no
debe ser considerada como opción alguna para ningún ser humano, y menos para
los jóvenes, que a lo largo de la historia evidencian con sus hechos, que han
propiciado los grandes cambios sociales, alrededor de todo el mundo.
La queja solo alimenta la
inacción, contraponiéndose ésta, a la perseverancia, que es esencial para el
desarrollo humano; la oscuridad en nuestra vida, debe ser vista como luz, y lo
negativo debe convertirse en un reto que nos permita hacernos de habilidades
necesarias, que nos lleven a la resiliencia, tomando así, lo
positivo de situaciones adversas y encaminándonos con vehemencia al
querer ser.
Decía el gran Nelson
Mandela “No es valiente aquel que no tiene miedo, sino el que sabe
conquistarlo.” Esta frase, más que solo motivarnos
circunstancialmente, debe de repetirse a modo de susurro pero con contundencia
dentro de nosotros, hasta convertirse en un estilo de vida que nos permita
entender, que está de nosotros hacer del miedo algo momentáneo o eterno.
Permanecer pasivo ante los
acontecimientos que puedan suscitar y sentirse seguro viviendo una vida
rutinaria y sin riesgos, es desperdiciar el regalo más divino que tenemos “La vida”. Ese estado mental conocido como Zona
de Confort, es un enemigo de nuestros sueños y nos cohíbe de
experimentar nuevas oportunidades, por temor a la incertidumbre, no entiendo
que siempre habrá espacio para lo impredecible y solo estamos sentenciándonos a
la monotonía y apatía.
¡Jóvenes! Vamos a añadir aprendizaje y nuevo colorido a
nuestras vidas. Los tropiezos son importantes, porque nos ayudan a ser cautos y
a no cometer errores iguales en ocasiones distintas; enarbolemos y hagamos
ondear en lo alto nuestros ideales, como en el tope está nuestra bandera.
Pongamos punto final a las dudas, eliminando así espacios para escribir
historias de derrotas. ¡No te rindas! Haz de lo imposible, un concepto
fácilmente modificable.
Milciades
Ventura Lembert
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