Pamela Anderson reconoce su adicción por la cirugía: "Sí, soy una loca de mi físico".

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By 
Carlos Hernandez
@CAHG_26 

Pamela Anderson ya no salva más vidas en el mar. Bastante tiene con socorrerse a sí misma. La actriz llegó a España tras su polémico posado en Cannes, donde dejó latente sus retoques estéticos que han eliminado todo atisbo de parecido con la chica sexy que veíamos y sedujo en la pantalla a medio país en los años 90. Sin arrugas, metiendo barriga y sin expresión alguna, acudió al estreno de la adaptación para la gran pantalla de la serie 'Los vigilantes de la playa', la serie que la lanzó a la fama. Ya ni con un minúsculo traje de baño levanta pasiones, tras tantas modificaciones que ha sufrido su cuerpo y su rostro.

Así llegó a Marbella y la pregunta en el photocholl para la inauguración de un chiringuito, no podía ser otra que esa: "¿Dicen que se ha vuelto usted loca con el tema de las operaciones y que le preocupa tanto su físico que ha modificado su cuerpo totalmente?" Ella, sin dejar de mostrar su dentadura perfecta, contesta: “Ah ¿si? ¿Eso pensáis? Pues sí. Me he vuelto loca con mi físico y me preocupa mucho estar guapa”. Y sin más explicaciones que la de contar que se baña en “burbujas para estar así de sexy”, a empujones entre los medios, se metió dentro del chiringuito para guarederse de más preguntas incómodas. Para eso ya quedaba María Bravo, anfitriona del evento, para regañar a los periodistas diciendo que “esa no era la pregunta correcta” que debían hacer a la “starlite de las aguas turquesas”.En fin que la ex de Bruce Willis se marcó una clase de periodismo en toda regla ante la estupefacción de los periodistas, mientras la explosiva salvavidas de la tele entraba en la fiesta. Allí, los invitados la aguardaba, pero ella no se hizo ni un selfie con ellos. Eso sí, Pamela como madrina de Playa Padre, bebió, comió, se mojó los pies en las espumosas aguas del Cable para, una par de horas después, como Cenicienta sin zapatos, subirse al Mercedes que la trajo a las doce y perderse entre los containers del polígono industrial de Marbella. "¿Glamour ahí dentro?", espetaba una de las asistentes que siguió escrupulosamente el “dress code” de negro y se salió de la fiesta: glamour cero. A escasos metros metros, las barcas de las moragas donde asaban los vecinos del pueblo sus sardinas olían a gloria. Y la invitada, con sorna, decía: “Los de ahí enfrente van a comer y beber mejor que nosotros”.

Fuente:msn.

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